lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Se debe respetar a todos igual?

Cualquier persona posee una dignidad por el hecho de ser 
persona. Y así todo hombre merece algún respeto, un trato 
adecuado a su dignidad humana. Este deber básico incluye respetar sus bienes, su vida, su fama, su intimidad,... Sin embargo:
  • Algunas personas merecen un respeto mayor debido a una dignidad superior. Por ejemplo, los padres, los ancianos, las autoridades, etc. El trato entre compañeros es diferente del trato hacia padres y profesores. Con éstos el modo de hablar y escuchar debe ser más respetuoso.

  • También hay personas que por su conducta infrahumana pierden parte de su dignidad y merecen menor respeto. Por ejemplo, los delincuentes pueden ser encarcelados. El respeto no se opone a la justicia.

Principio de respeto o autonomía de las personas


Este principio se basa en dos teorías ético-morales que dicen textualmente:
  1. El respeto por la autonomía del individuo, que se sustenta esencialmente en el respeto de la capacidad que tienen las personas para su autodeterminación en relación con las determinadas opciones individuales de que disponen.
  2. Protección de los individuos con deficiencias o disminución de su autonomía en el que se plantea y exige que todas aquellas personas que sean vulnerables o dependientes resulten debidamente protegidas contra cualquier intención de daño o abuso por otras partes.
Este principio de autonomía sirvió como base de la bioética desde los aspectos sociopolíticos, legales y morales aunque no para garantizar el respeto de las personas en las transacciones médicas.

El respeto como virtud moral

           El respeto o reconocimiento es la consideración de que alguien o incluso algo tiene un valor por sí mismo y se establece como reciprocidadrespeto mutuoreconocimiento mutuo. El término se refiere a cuestiones morales y éticas, es utilizado en filosofía política y otras ciencias sociales como la antropología, la sociología y la psicología.
El respeto en las relaciones interpersonales comienza en el individuo, en el reconocimiento del mismo como entidad única que necesita que se comprenda al otro. Consiste en saber valorar los intereses y necesidades de otro individuo en una reunión.